Las tribus de los países mejor alimentados de toda África, se manifiestan a través de sonidos yuxtapuestos propagados por instrumentos totalmente desconocidos por las razas arias en decadencia. Cada sonido ocupa su lugar en espacio, y el espacio a su vez ocupa su lugar en el tiempo que no es otra cosa que el sinónimo del universo. Sin embargo el grito de rebeldía de los sonidos étnicos indagan cada vez más en una curiosidad afroidiosincrática. La tendencia a la atonalidad, la supratonalidad, y la tonalidad alta, media y baja, se contradicen con los principios expuestos por el chamán Hassan Gabash bash. Los más niños se encargan de transportar la instrumentación de un lugar a otro, los más ancianos se encargán de transportar a los niños de un lugar a otro y los adultos de edad normal se encargan de trasladar a los ancianos de un lugar a otro.
El director Edward Zifferman, actual conductor de la Polis- Music-Orchestra, expone en una impresionante tesis sobre el inmundialismo en el que estamos endentrados, abyecta la posición canivalo-musica de la tribo de los Mitohovitos africanos. Turistas europeos mestizos son devorados diariamente por esta peculiar razón social. El sistema tarsiano oseo de estas víctimas religiosas son utilizados para la celebración de rituales como el chiflamé, o el salasatimago. Poco tiempo después de su impresionante tesis fue suicidado por la tribu, y sólo resta saber de quien es el cadaver. Sólo unos documentos sin nombre ni autor, se adjudican a su colosal obra, analogía del magnífico homero que hoy en día deleita con su odisa.
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